lunes, 29 de agosto de 2011

Ahora, hablaremos de los árbitros ¿bien o mal?

Siempre mal, cuando hablamos del colectivo arbitral siempre lo hacemos mal. Siempre nos han perjudicado, siempre nos han tratado con desprecio y siempre decimos que sus decisiones no han influido en el resultado pero sí que han influido en desmotivar a nuestros jugadores.

Ahora yo digo, ¿es cierto todo esto?. Cuando yo era jugador, era el primero que me quejaba, lo protestaba todo. Síntoma sin duda de ser muy, muy competitivo, pero ¿a qué me condujo?. Mi versión era siempre la misma: El árbitro nos ha sacado del partido y al final nos ha hecho perder el partido. ¿Seguro?

Nadie escucha la versión del árbitro. Seguramente porque no nos interesa, porque pensamos que estamos en posesión de la razón y lo que diga el colegiado vale bien poco. A veces, es cierto, el árbitro se equivoca y puede hasta influir en el resultado de un partido. Pero también se equivoca un portero cuando regala la pelota al contrario y nos cuesta un gol. O cuando tenemos diez ocasiones claras de gol y no metemos ni una porque nuestros jugadores se han equivocado o cuando decidimos jugar en presión y el contrario nos mete cuatro en cinco minutos. ¿Quién no se equivoca?

Los árbitros son humanos. Les da igual quien gane e intentan hacerlo lo mejor posible para que no se les complique el partido. Ellos son los primeros interesados en disfrutar de un partido tranquilo y si se equivocan, dudo mucho que lo hagan a mala fe. Ello no implica que no podamos protestar una acción o pedir una tarjeta puesto que siempre intentaremos ganar el partido y si creemos que el árbitro se equivoca en detrimento nuestro intentaremos corregirle, pero pongámoselo fácil y tratémosles como lo que en realidad son; personas.

Ahora viene la otra cara de la moneda, estoy intentado defender al colectivo arbitral, pero como crítica constructiva comentaré que en la reunión que mantienen en los inicios de cada temporada para compartir los aspectos técnicos de las nuevas reglas o intentar homogeneizar decisiones sobre situaciones de juego deberían asistir mas del 50%. Si soy árbitro y tengo una reunión al año, debería asistir a ella, aunque solo sea por vergüenza.

Ser árbitro obliga a conocer el reglamento y algún arbitro no lo conoce en su totalidad. Ser árbitro implica consultar una regla al finalizar un partido cuando alguien te ha comentado que estás equivocado y no pensar que lo sabes todo porque llevas silbato. Ser árbitro significa intentar llevar un partido por cauces normales y no tener una actitud prepotente encendiendo los ánimos de los jugadores y ser árbitro es utilizar el sentido común, si en las reglas de juego FIFA no pone que haya que pasar un peto para realizar un cambio, ¿por qué obligar a ello?¿porque lo he visto por la tele?¿y por qué no perder dos minutos en consultarlo?, si se que un equipo juega de amarillo y otro de rojo (si no se sabe se consulta con tres clicks en la página web de la FVF), ¿por qué no llevar la camiseta negra o gris y no montar follón para que uno de los equipos juegue con su segundo equipaje para que no coincida con el del árbitro?.

Estas preguntas deberían hacérselas muchos árbitros, pero también debemos hacer reflexión y no culpar a los colegiados de nuestros reveses deportivos. Al final, todos queremos disfrutar de este deporte y cuanto mejor nos llevemos entre todos, mas fácil lo tendremos. Ganemos o perdamos.

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